
Todo ello resulta en una fuerza enorme que nos llena y que nos hace querer emprender muchas cosas, no sólo por superar lo que estamos viviendo, sino para llevarlo más allá a personas que no tienen la suerte de contar con el apoyo que tenemos nosotros. Nos encantaría curar todo el cáncer del mundo.
Quiero decirles que los gastos médicos que se han desprendido desde que comenzó todo esto son enormes. Ya hasta perdimos la cuenta porque simplemente son cantidades que están fuera de nuestras ligas.
Quisiera tener la forma de agradecer a todos. Cuando platico con mi papá y me cuenta de pacientes suyos que no tienen para comer pero que con un enorme esfuerzo le dejan sobres con dinero para mi tratamiento, se me rompe el corazón en mil cachitos.
¿Qué sigue? Pensar positivo. Dejar que fluya la energía de tanta gente que está con nosotros. Recibir con buena cara lo que nos da la vida. No puedo hacer lo contrario. Sería traicionar la esperanza de miles que se han unido a la lucha.
- Amaya
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